La búsqueda del bienestar a través del ocio
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La búsqueda del bienestar ha sido tema recurrente y transversal de investigación por parte de diversas disciplinas humanísticas a lo largo del tiempo. Ya sea visto desde la filosofía, la psicología, la sociología o la economía, su importancia ha prevalecido desde diversos enfoques y perspectivas. El bienestar se ha interpretado como la satisfacción adecuada de necesidades humanas por parte de grupos de individuos en un espacio y tiempo determinados. De ahí surge el concepto de calidad de vida, desarrollado en los siguientes apartados.
Según Palomino y López
(1999), el término denominado calidad de
vida nació como una respuesta a las condiciones existentes en las
sociedades desarrolladas en la década de 1970, ante la existencia de países
desarrollados con condiciones económicas prósperas, pero con problemas agudos
que denotaban descomposición social tales como la pérdida del sentido de la
vida, incremento de suicidios, violencia y drogadicción, entre otros. Estos autores también detallan que el
concepto de calidad de vida ha sido abordado por diferentes disciplinas y
corrientes ideológicas desde su primera mención explícita por parte del partido
político de la Socialdemocracia Alemana, la cual expresaba textualmente en el
programa electoral de Dormund del año 1972:
"La calidad de vida presupone la libertad, incluida la de no sentir
miedo. Se trata, pues, de garantizar la
existencia que se logra gracias a la solidaridad humana; de la posibilidad de
coparticipar y autoexpresarse, del usufructo consciente de las fuerzas propias
de cada persona en el trabajo, en la
recreación y convivencias humanas, [cursivas añadidas] del aprovechamiento
de la naturaleza y de los valores culturales, de la posibilidad de mantener y
recuperar la salud. La calidad de vida
significa enriquecer nuestra existencia en el sentido no material."
(Programa de la Socialdemocracia Alemana, 1974:58 citado por Palomino y López,
1999:172)
Como se aprecia en la cita anterior, el término calidad de vida ha contemplado desde su origen elementos tanto materiales
cuantitativos como subjetivos de orden cualitativo, dentro de los cuales se
encuentra la recreación y la convivencia humana.
Enfoques cuantitativos para la medición de la calidad de vida
Varias instituciones han contribuido con enfoques metodológicos
destinados a la medición de la calidad de vida, principalmente a través de
métodos cuantitativos tales como el Producto Nacional Bruto (PNB), el Ingreso
Per Cápita (IPC), el Producto Interno Bruto (PIB), el Índice de Necesidades
Básicas Insatisfechas (NBI) o el Índice de Desarrollo Humano (IDH). Todas estas metodologías son esfuerzos
destinados a medir ciertas variables clave generadoras de indicadores
numéricos, desde los cuales se puede inferir el grado de calidad de vida de las
poblaciones estudiadas. Palomino y López
(1999), hacen una relación cronológica
de los diferentes esfuerzos realizados a lo largo de los últimos cincuenta años
por organismos internacionales con el objetivo de medir la calidad de vida humana
usando diversos índices y una amplia gama de variables. Este análisis puede apreciarse en el Cuadro 1.
Cuadro 1. Comparación
de índices relacionados a la medición de la calidad de vida.
Índice
|
Año
|
Autor
|
Componentes
|
Componentes
de nivel de vida
|
1961
|
OMS – OIT – UNESCO
|
Salud,
alimentación y nutrición, educación, vivienda, empleo y condiciones de
trabajo, vestido, recreo y esparcimiento, seguridad social y libertades
humanas.
|
Índice de bienestar alcanzado para las 24 naciones más
industrializadas del mundo
|
Finales de la década de 1970
|
Organización de Cooperación y Desarrollo
Económico (OCDE)
|
Salud, educación y aprendizaje, empleo y calidad de vida en el
trabajo, tiempo dedicado al trabajo y tiempo libre, control sobre productos y
servicios, entrono físico, entorno social y seguridad personal.
|
Índice de Calidad Física de Vida (ICFV)
|
Década de 1940
|
Morris D. Morris – Consejo de Desarrollo de
Ultramar
|
Tasa nacional de mortalidad infantil, esperanza de vida al nacer, tasa
de alfabetismo en adultos.
|
Índice de Progreso Social (IPS)
|
Década de 1980
|
Richard Estes
|
Educación, salud, condición de la mujer, esfuerzo en defensa,
economía, demografía, geografía, estabilidad política, participación
política, diversidad cultural, esfuerzos de bienestar social.
|
Índice de Desarrollo Humano (IDH)
|
1990
|
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD)
|
Esperanza de vida al nacer, alfabetismo en adultos, poder adquisitivo.
|
Fuente: elaboración propia con datos de
Palomino y López (1999)
Según Trucker (2001), el Producto Nacional Bruto (PNB), es un indicador macroeconómico que mide el valor de mercado de todos los bienes y servicios producidos por los residentes de una nación, tomando en cuenta tanto los que se encuentran dentro del país como en el exterior. En el caso de este indicador, las mediciones son netamente cuantitativas en relación a la producción, sin tomar en cuenta la distribución de los ingresos entre la población. Trucker también especifica que en el caso específico del ocio, se puede inferir que mientras más rica es una nación, más disponibilidad tienen sus habitantes para destinar tiempo a actividades relacionadas a recreación y viajes en vez de trabajar muchas horas.
El método denominado NBI
(Necesidades Básicas Insatisfechas) consiste en la medición directa de cuatro
variables denominadas necesidades básicas,
siendo éstas el acceso a vivienda, el acceso a servicios sanitarios, el acceso
a educación y la capacidad económica de los individuos. Cada una de estas variables se desglosa en
varias dimensiones que a su vez se miden mediante censos, tales como el número
de personas en los hogares, la existencia de sistemas de eliminación de
excretas y la edad de los miembros en los hogares, entre otros. Este método ha sido usado principalmente por
la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), perteneciente a
las Naciones Unidas.
Según Cabrera, Gutiérrez
& Miguel (2005), la CEPAL ha definido cuatro pasos para el proceso de
selección de indicadores de pobreza, siendo éstos: 1) Determinar el grupo de
necesidades básicas susceptibles a ser estudiadas y censadas; 2) Elegir
indicadores censales para cada necesidad: 3) Definir el valor crítico de
satisfacción para cada necesidad y; 4) Cerciorarse de que los indicadores
seleccionados correspondan a situaciones de pobreza. Este método permite medir de forma
cuantitativa la calidad de vida de los sujetos investigados y el grado de
satisfacción o insatisfacción de sus necesidades identificadas como básicas.
El Índice de Desarrollo Humano (IDH) por su parte, fue desarrollado por
el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y combina el Producto
Interno Bruto (PIB) per cápita de una nación con indicadores de logros en
educación y de esperanza de vida, desde donde se mide el bienestar de las
personas. Este índice muestra
diferencias entre las naciones con un PIB per cápita alto y aquellas que
carecen de ingresos derivados de sus productos y servicios.
Enfoques cualitativos para la medición de la calidad de vida
Los enfoques cualitativos
de la calidad de vida surgen como contrapartida a los análisis cuantitativos
mencionados anteriormente, ya que se ha planteado que el mero conocimiento de
datos numéricos no asegura el bienestar de las poblaciones estudiadas. Debido a esto, varios entes han propuesto
métodos dedicados a la medición del bienestar desde la óptica cualitativa del
bienestar, tales como el Índice de Felicidad Bruta (IFB), que reúne variables
cualitativas auto descriptivas surgidas en el año 1972 cuando el rey de Bután
sugirió la medición de la calidad de vida de los habitantes de un país en
términos holísticos y psicológicos.
Siguiendo esta perspectiva cualitativa y holística, surge el enfoque de desarrollo a escala humana, propuesto
por Max Neef, Elizalde y Hopendayn (1986), en el cual se concibe la calidad de
vida como la interrelación dinámica de las necesidades con sus satisfactores y
con los bienes económicos. Este enfoque
propone que las necesidades humanas son pocas, cuantificables e inalterables a
lo largo del tiempo; y las clasifica en dos categorías. La categoría de necesidades existenciales
contempla el ser, tener, hacer y estar, mientras que la categoría de
necesidades axiológicas incluye subsistencia, protección, afecto,
entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad como se muestra
en el Cuadro 2.
Ser
|
Tener
|
Hacer
|
Estar
|
|
Subsistencia
|
1/
Salud física,
salud mental, equilibrio, solidaridad, humor, adaptabilidad
|
2/
Alimentación,
abrigo, trabajo
|
3/
Alimentar,
procrear, descansar, trabajar
|
4/
Entorno
vital, entorno social
|
Protección
|
5/
Cuidado,
adaptabilidad, autonomía, equilibrio, solidaridad
|
6/
Sistemas de
seguros, ahorro, seguridad social, sistemas de salud, legislaciones,
derechos, familia, trabajo
|
7/
Cooperar,
prevenir, planificar, cuidar, curar, defender
|
8/
Contorno
vital, contorno social, morada
|
Afecto
|
9/
Autoestima,
solidaridad, respeto, tolerancia, generosidad, receptividad, pasión,
voluntad, sensualidad, humor
|
10/
Amistades,
parejas, familia, animales domésticos, plantas, jardines
|
11/
Sexualidad,
acariciar, expresar emociones, compartir, cultivar, apreciar
|
12/
Privacidad,
intimidad, espacios de encuentro
|
Entendimiento
|
13/
Conciencia
crítica, receptividad, curiosidad, asombro, disciplina, intuición,
racionalidad
|
14/
Literatura,
maestros, método, políticas educacionales, políticas comunicacionales
|
15/
Investigar,
estudiar, experimentar, educar, analizar, meditar, interpretar
|
16/
Ámbitos de
interacción formativa, escuelas, universidades, academias, agrupaciones,
comunidades, familia
|
Participación
|
17/
Adaptabilidad,
receptividad, solidaridad, disposición, convicción, entrega, respeto, pasión,
humor
|
18/
Derechos,
responsabilidades, obligaciones, atribuciones, trabajo
|
19/
Afiliarse,
cooperar, proponer, compartir, discrepar, acatar, dialogar, acordar, opinar
|
20/
Ámbitos de
interacción participativa, partidos, asociaciones, iglesias, comunidades,
vecindarios, familias
|
Ocio
|
21/
Curiosidad,
receptividad, imaginación, despreocupación, humor, tranquilidad, sensualidad
|
22/
Juegos,
espectáculos, fiestas, calma
|
23/
Divagar,
abstraerse, soñar, añorar, fantasear, evocar, relajarse, divertirse, jugar
|
24/
Privacidad,
intimidad, espacios de encuentro, tiempo libre, ambientes, paisajes
|
Creación
|
25/
Pasión,
voluntad, intuición, imaginación, audacia, racionalidad, autonomía,
inventiva, curiosidad
|
26/
Habilidades,
destrezas, método, trabajo
|
27/
Trabajar,
inventar, construir, idear, componer, diseñar, interpretar
|
28/
Ámbitos de
producción y retroalimentación: talleres, ateneos, agrupaciones, audiencias, espacios
de expresión, libertad temporal
|
Identidad
|
29/
Pertenencia,
coherencia, diferenciación, autoestima, asertividad
|
30/
Símbolos,
lenguajes, hábitos, costumbres, grupos de referencia, sexualidad, valores,
normas, roles, memoria histórica, trabajo
|
31/
Comprometerse,
integrarse, confrontarse, definirse, conocerse, reconocerse, actualizarse,
crecer
|
32/
Socio-ritmos,
entornos de la cotidianeidad, ámbitos de pertenencia, etapas madurativas
|
Libertad
|
33/
Autonomía,
autoestima, voluntad, pasión, asertividad, apertura, determinación, audacia,
rebeldía, tolerancia
|
34/
Igualdad de
derechos
|
35/
Discrepar,
optar, diferenciarse, arriesgar, conocerse, asumirse, desobedecer, meditar
|
36/
Plasticidad
espacio – temporal
|
Fuente: Max-Neef, Elizalde, & Hopenhayn
(1986:42).
Según este enfoque, los satisfactores se clasifican según su función en cinco categorías: 1) destructores, 2) pseudo satisfactores, 3) satisfactores inhibidores, 4) satisfactores singulares y 5) satisfactores sinérgicos. A continuación se profundiza en cada uno de ellos.
Destructores:
Son acciones que al ser aplicadas con la intención de satisfacer una necesidad,
aniquilan su satisfacción en el largo plazo, y por efecto colateral imposibilitan la satisfacción de otras
necesidades. Algunos ejemplos son el
armamentismo, el exilio y la censura.
Pseudo satisfactores: Son
elementos que estimulan una falsa sensación de satisfacción y pueden aniquilar en un plazo mediato la
satisfacción de la necesidad a la que originalmente apuntan. Ejemplos son la sobreexplotación de recursos
naturales, prostitución o limosnas.
Satisfactores inhibidores: son los que, por el modo que satisfacen una necesidad, dificultan seriamente la posibilidad de satisfacer otras necesidades. Generalmente están ligados a hábitos arraigados tales como paternalismo, aulas autoritarias y programas de televisión comercial.
Satisfactores singulares: apuntan a la satisfacción de una sola necesidad, siendo neutros respecto a la satisfacción de otras. Regularmente están relacionadas a planes y programas institucionalizados como por ejemplo programas de suministros de alimentos, espectáculos y regalos.
Satisfactores sinérgicos: estimulan y contribuyen a satisfacer simultáneamente varias necesidades. Son contrahegemónicos ya que revierten racionalidades dominantes tales como la competencia y coacción. Ejemplos de satisfactores sinérgicos son la lactancia materna, la educación popular y los juegos didácticos.
El ocio como necesidad a
ser satisfecha desde la perspectiva cualitativa
Como se puede apreciar, el enfoque de desarrollo a escala humana incluye
al ocio dentro de su clasificación de necesidades existenciales. En la combinación y cruce de las dos
categorías mencionadas se encuentran elementos que satisfacen las 36
combinaciones distintas de necesidades que plantea esta teoría. Las que están relacionadas al ocio se
aprecian en las casillas numeradas de la 21 a la 24 del Cuadro 2 y se desglosan
más específicamente en el Cuadro 3.
Cuadro 3. Matriz de necesidades y satisfactores de ocio,
según el modelo de Desarrollo a Escala Humana.
Categoría
|
Satisfactores
|
Ser
|
Curiosidad, receptividad, imaginación,
despreocupación, humor, tranquilidad, sensualidad.
|
Tener
|
Juegos, espectáculos, fiestas, calma.
|
Hacer
|
Divagar, abstraerse, soñar, añorar,
fantasear, evocar, relajarse, divertirse, jugar.
|
Estar
|
Privacidad, intimidad, espacios de
encuentro, tiempo libre, ambientes, paisajes.
|
Fuente: Max-Neef, Elizalde, & Hopenhayn
(1986:42).
Elizalde (2010), hace una reflexión al ocio desde esta perspectiva, acotando que el ocio ha sido mal interpretado bajo la concepción de actividades consumistas o momentos para pasar el tiempo, despojándolo de su utilidad como vehículo de aprendizaje, esparcimiento y recarga de energía, entre otros beneficios. Sin embargo, bien enfocada, la recreación (entendiéndose como las actividades voluntariamente realizadas en un momento de no-trabajo), es un satisfactor de la necesidad de ocio que permite los espacios de libertad y dignificación de la condición humana.
La conceptualización del ocio a través de la historia occidental
Los conceptos de calidad de vida, ocio y tiempo libre se relacionan en función de los seres humanos y la concepción que tienen del tiempo y de las actividades de trabajo. El concepto de ocio nació en Grecia donde se definió como un anhelo por descubrir el sentido de la vida en términos filosóficos y religiosos. Para los griegos clásicos, la división del trabajo estaba fundamentada por la existencia de personas libres y esclavos. Éstos últimos eran la base del trabajo y del sustento material de los primeros. Así, las personas libres podían dedicase a labores competentes a la religión y la búsqueda del sentido de la vida.
Según Rodríguez Gervás (1991), más tarde, en el imperio romano, se importó el concepto de ocio, bajo la denominación del otium en el cual las personas ocupaban parte de su tiempo en celebraciones religiosas y colectivas tales como festividades y espectáculos sociales. Como contraparte del otium, surgieron los términos laborum (trabajo) y neg-otium, es decir, la negación del otium, evolucionando hacia la actual palabra negocio. Así, existe una contraste otium - laborum - negotium en la vida cotidiana romana.
Con la desaparición del imperio romano, la cosmovisión predominante fue impuesta por la religión cristiana, que declaró las celebraciones populares y paganas como pecaminosas e incorrectas, circunscribiendo los espacios de no-trabajo a las celebraciones religiosas, tales como el día domingo y las fiestas sagradas. Esto conllevó a una dualidad, en la cual lo sagrado correspondía a los espacios y momentos dedicados a la liturgia, en contraposición a los espacios y momentos seculares relacionados principalmente al trabajo.
En la evolución de la religión cristiana, en el siglo XVI se suscita el fenómeno de la Reforma Protestante, en la cual se cuestiona de forma enérgica la doctrina existente hasta el momento. Entre los aspectos más destacados se encuentra el principio propuesto por Martín Lutero, llamado sacerdocio universal, que elimina la separación ente lo secular (o mundano) y lo espiritual (o sagrado). Esta anulación conllevó a calificar el trabajo como un elemento tan digno como cualquier otra profesión sacerdotal o contemplativa. Bajo este esquema, Dios puede ser glorificado a través del trabajo honrado. El primer teórico en estudiar este acercamiento fue Max Weber, quien en 1903 escribe su obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Según Weber, a partir de la reforma, nacen varias sociedades de esquema capitalista, donde se aprecia la acumulación del capital a través del trabajo y el consumo. Bajo este concepto, el trabajo es la principal forma de creación de riqueza, mientras que los momentos en los que no se trabaja se usan para el consumo. Sin embargo, al inicio la valoración positiva del tiempo dedicado al trabajo era tal que se imponían jornadas laborales extenuantes para los trabajadores y jornaleros en las industrias, a tal grado que surgieron los movimientos laborales y sindicales que se contrapusieron para declarar ciertos derechos de los trabajadores, entre los cuales aparecen los relacionados a días de descanso y vacaciones pagadas, entre otros. En este caso, se contrastan los criterios de tiempo para el trabajo contra el tiempo libre, del cual las personas pueden disponer según su criterio y de forma voluntaria.
Como se puede apreciar, a lo largo de la historia occidental, diferentes tipos de sociedades han conceptualizado el uso que le dan los individuos al tiempo del que disponen, tanto para sus labores productivas como para aquellas que tienen que ver con descanso, religiosidad y búsqueda de valores humanos. Según algunos autores, el concepto de ocio estrictamente dicho, existió únicamente en la sociedad griega con ciertas modificaciones en la sociedad romana, sin embargo, no persistió más allá de ese período, ya que posteriormente desapareció el otium como anhelo y búsqueda del conocimiento por parte de un grupo social dependiente de la existencia una clase social esclava. Históricamente, el uso del tiempo evolucionó al contraste entre tiempo libre y tiempo de trabajo, modificándose a su vez a trabajo y recreación.
Bibliografía:
Alan, W., & Mollenkopf, H. (2007). International and Multi-Disciplinary Perspectives on Quality of Life in Old Age: Conceptual Issues. En A. Walker, & H. Mollenkopf, Quality of Life in Old Age (Vol. 31, págs. 3-13). New York: Springer.
Alonso Salas,
Á. (2011). Aproximaciones filosóficas para la reflexión del ocio. Revista
Latinoamericana de Recreación , 1 (1), 26-31.
Cabrera, C., Gutiérrez, A., & Miguel, R. (2005). Introducción a los indicadores económicos y sociales de México. México: UNAM.
Heller, A. (1996). Una revisión de la teoría de las necesidades. Barcelona: Paidós.
Max-Neef, M., Elizalde, A., & Hopenhayn, M. (1986). Desarrollo a Escala Humana: una opción para el futuro. Santiago: Centro de Alternativas de Desarrollo (CEPAUR).
Palomino, B., & López, G. (1999). Reflexiones sobre la calidad de vida y el desarrollo. Región y Sociedad , XI (17), 171-185.
Rodríguez Gervás, M. (1991). Propaganda política y opinión pública en los panegíricos latinos del Bajo Imperio. Salamanca: Universidad de Salamanca.
Tucker, I. (2001). Fundamentos de Economía. México: Cengage Learning Editores.
Weber, M. (1969). La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Barcelona: Ediciones Península.
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